DOWN Y ALZHEIMER

Con el enorme aumento de la esperanza de vida en las personas con síndrome de Down en los últimos años, (se ha duplicado en los últimos 30 años), nos hemos topado de bruces con una realidad inesperada: las personas con síndrome de Down padecen, con una elevadísima frecuencia, demencia por enfermedad de Alzheimer. Además, la padecen a edades más tempranas que la población general. La enfermedad de Alzheimer supone la causa más común de muerte en adultos con síndrome de Down. En realidad, no se trata de una asociación tan sorprendente, si tenemos en cuenta que el síndrome de Down se produce por una trisomía 21. Es decir, la alteración genética que subyace al síndrome de Down es tener una tercera copia, una copia “extra”, del cromosoma 21. Este cromosoma contiene, entre otros, el gen de la proteína precursora del amiloide (APP). Sabemos que el acúmulo de la proteína amiloide, que se deposita formando placas en el cerebro de las personas con Alzheimer, juega un papel fundamental en el desarrollo de esta enfermedad. Por tanto, tener un cromosoma 21 “extra” supone un gen APP extra y por tanto una mayor producción de la proteína amiloide y su consiguiente depósito cerebral.

Con la esperanza de vida actual en el síndrome de Down, en 55-60 años, se calcula que aproximadamente el 70% de las personas con síndrome de Down padecerán Alzheimer, y si continúa el incremento en la esperanza de vida, este porcentaje aumentará. Hay un gran desconocimiento en la sociedad sobre esta realidad, pero en los últimos años hay un interés creciente en la investigación en este campo. La enfermedad de Alzheimer produce cambios microscópicos en el cerebro antes de la aparición de los primeros síntomas, entre otros el mencionado depósito de la proteína amiloide. Se ha comprobado que los cambios a nivel microscópico en el cerebro tienen lugar años antes de la aparición de los síntomas de la enfermedad de Alzheimer. En el caso particular del síndrome de Down, estos cambios ocurren incluso décadas antes. Prácticamente todas las personas con síndrome de Down a la edad de 40 años tienen dichas alteraciones microscópicas en el cerebro.

Dado que el síndrome de Down produce discapacidad intelectual, de gravedad muy variable en distintos sujetos, la detección del deterioro cognitivo inicial es difícil en esta población. A diferencia del deterioro cognitivo y la demencia en personas sin discapacidad intelectual, para cuyo diagnóstico existen tests que exploran la memoria y otras áreas cognitivas, la disparidad en el nivel intelectual y en el grado de autonomía funcional en las personas con síndrome de Down hace difícil disponer de una herramienta universal para detectar los primeros síntomas. La pérdida de funcionalidad en la vida diaria, según el nivel previo individual, es lo que lleva al diagnóstico de demencia. Es frecuente que aparezcan también trastornos de conducta que no existían previamente, y crisis epilépticas en pacientes que no eran epilépticos, o bien se descontrole una epilepsia preexistente pero bien controlada durante los años previos.

A día de hoy no se dispone de tratamientos curativos para la enfermedad de Alzheimer. No hay suficiente evidencia científica para utilizar en pacientes con síndrome de Down los fármacos aprobados para la enfermedad de Alzheimer (inhibidores de acetilcolinesterasa y memantina), cuyo efecto sintomático es modesto, y que no han demostrado frenar la progresión de la enfermedad. Cuando somos capaces de detectar los primeros síntomas de la enfermedad de Alzheimer, ya ha habido una importante pérdida neuronal. Por ello los esfuerzos en la investigación se dirigen a las fases previas a la aparición de los síntomas, para detener esta pérdida neuronal. Como se ha expuesto previamente, los cambios cerebrales relacionados con la enfermedad de Alzheimer ocurren décadas antes de la aparición de síntomas en los pacientes con síndrome de Down, y ocurren en prácticamente el 100% de los sujetos, lo que brinda una excelente oportunidad de conocer cómo se desarrolla la enfermedad y diseñar estrategias terapéuticas para prevenir, frenar o curar esta enfermedad neurodegenerativa. Así, en los últimos años, se han creado diversos consorcios internacionales de investigación en la enfermedad de Alzheimer en adultos con síndrome de Down.

Esperemos que estas investigaciones den frutos y dispongamos en un futuro no muy lejano de terapias para frenar el curso evolutivo de esta enfermedad devastador

Eli Mondragón

Neuróloga  de apoyo Fundación Uliazpi