En la ultima reunión anual de la Academia Americana de Neurología, neurólogos del Massachusetts General Hospital de Boston, una institución muy prestigiada, presentaron un trabajo denominado “Ensayo clínico aleatorio de viabilidad y tolerabilidad de golf versus Tai Chi para personas con enfermedad de Parkinson moderada”. Puesto que soy aficionado al golf, y durante muchos años he tratado a pacientes con enfermedad de Parkinson (EP), considero de interés presentar el trabajo y dar mi opinión sobre el mismo.
El ejercicio es beneficioso para la enfermedad de Parkinson, pero habitualmente los pacientes tienen problemas para realizarlo, y hacen menos de lo que debieran. El golf es un deporte más popular que el Tai-chi para personas mayores de 55 años, y hay estudios que indican que mejora el equilibrio y la calidad de vida en pacientes con accidente cerebrovascular. El golf y el tai chi se centran principalmente en el equilibrio anticipatorio y la rotación de la columna, ambos afectados en la EP. Sin embargo, a diferencia del tai chi, el golf incorpora tareas de manipulación y requiere movimientos lentos y rápidos. Por tanto es un deporte que puede ser atractivo y “enganchar” a los pacientes.
Para probar esta hipótesis, los investigadores llevaron a cabo un ensayo aleatorizado de un solo centro utilizando el tai chi como un comparador activo. El estudio incluyó a 20 pacientes con EP moderada. A los participantes se les ofrecieron 10 semanas de dos clases grupales de 1 hora por semana de golf o tai chi sin costo alguno.
Los resultados primarios del estudio fueron la viabilidad y tolerabilidad de las intervenciones. La asistencia no difirió significativamente entre los grupos. Aproximadamente el 62% de los pacientes del grupo de golf completaron el 80% de las clases o más, frente al 42% de los pacientes del grupo de tai chi. Sin embargo, la diferencia entre los grupos en la tasa de finalización no fue estadísticamente significativa.
En una medida, los efectos de las intervenciones sobre la movilidad fueron significativamente diferentes. El rendimiento en el TUG ( un test que mide el tiempo de levantarse de la silla, andar una distancia y volver a sentarse) mejoró en 0,96 segundos en los pacientes que jugaron golf, pero empeoró en 0,33 segundos en los pacientes que participaron en tai chi ( p = 0,023).
La satisfacción de los participantes con la actividad asignada fue similar entre los grupos. Sin embargo, el 86% de los golfistas informaron que era “definitivamente” probable que continuaran con la actividad, en comparación con el 33% de los participantes de tai chi.
No hubo diferencias entre los grupos en términos de eventos adversos, con la excepción del dolor muscular en el grupo de golf. No hubo diferencia en las caídas entre los grupos.
Mi opinión sobre el estudio es que para confirmar que el golf es beneficioso, deberían de incluirse más pacientes, en varios centros diferentes, y plazos más prolongados. Sin embargo el estudio demuestra la facilidad con que estos pacientes se han aficionado al deporte. Pienso además que el jugar y andar al menos dos horas al día, es más beneficioso, que solo las clases en una cancha de prácticas.
El golf es un gran deporte en este momento, durante la pandemia, porque es un deporte al aire libre y se puede jugar de manera segura con las precauciones adecuadas y probablemente mejora la salud mental.
Los investigadores tienen la intención de realizar un estudio aleatorizado más amplio de golf en pacientes con enfermedad de Parkinson para confirmar sus hallazgos. Ellos comentan:
– “Sería ideal un ensayo clínico multicéntrico para ver si el golf realmente ralentiza la progresión de la enfermedad”, dijo Wills. “Como mínimo, esperamos convencer a otros centros de golf para que proporcionen instrucción gratuita a las personas con Parkinson”.
– Las investigaciones futuras deberían evaluar si el acceso al golf es una barrera para mantener esta actividad en los pacientes con enfermedad de Parkinson.
En este estudio, el golf se ofreció de forma gratuita. Sin embargo, el golf normalmente podría ser una actividad costosa en comparación con el tai chi, que se puede hacer en casa. Además de las posibles barreras socioeconómicas, puede haber barreras logísticas, como la ubicación relativa al campo de golf, o barreras culturales para la participación en el golf que deberían explorarse en investigaciones futuras.
Deseo y espero que se acepte el golf como un deporte saludable y neuroprotector, y deje de verse como una actividad elitista.
J.F. Martí Massó. Presidente de Aubixa
Catedrático emérito de neurología
Resumen publicado en Neurology
Feasibility and tolerability randomized clinical trial of golf versus Tai Chi for people with moderate Parkinson’s Disease
Remy Johnson1, Laura Plummer4, James Chan2, Anne-Marie Wills3
1Neurology, 2Biostatistics Center, Massachusetts General Hospital, 3Massachusetts General Hospital, 4MGH Institute of Health Professionals
Objective:
To determine the feasibility and tolerability of golf compared to Tai Chi. Secondary outcomes included objective and self-reported measures of balance.
Background:
Physical exercise is a beneficial yet under-utilized intervention for Parkinson’s Disease (PD). Golf is a popular, low injury exercise that has been reported to improve balance and quality of life after stroke. We hypothesized that golf could be beneficial for PD and, given its popularity, it might have greater tolerability and adherence. We chose Tai Chi as the active comparator because of its effects on quality of life and balance in PD.
Design/Methods:
This was a single-center rater-blinded randomized controlled trial of personalized golf instruction compared to Tai Chi for moderate PD (Hoehn & Yahr stage II-III). Participants were randomized 1:1, stratified by gender and H&Y score. Both arms were offered 10-weeks of two 60-minute group classes per week at no cost. Primary outcomes included feasibility and tolerability in participants with access to the intervention. Secondary outcomes included the Mini-BESTest of Balance (including the Timed Up and Go (TUG), the TUG-Cognitive,) and the Activities Specific Balance Confidence Scale.
Results:
35 participants were randomized of whom 20 participants started classes, primarily due to instructor availability (8 golf and 12 Tai Chi). There was no significant difference in attendance; 62% of golfers vs 42% of Tai Chi completed ≥ 80% of classes (p=0.65). Golfers improved by 0.96 seconds on the TUG vs worsening by 0.33 seconds in Tai Chi (p=.023). Overall satisfaction was similar, however 86% of golfers vs 33% of Tai Chi participants were “definitely” likely to continue the activity. Other than muscle pain from golf, there was no difference in falls or adverse events.
Conclusions:
Golf was safe and as tolerable as Tai Chi. The results of this study support a larger study of golf for PD balance.