Anne Duke murió en Noviembre del 2021, a los 63 años. Tenía demencia, vivía en una residencia y no vio, en tiempos de pandemia a nadie de su familia durante meses. Lo que le sucedió a Anne, esa mezcla amarga de aislamiento y soledad, les ha pasado a muchas personas, tanto en Escocia de donde era Anne, como en Canadá, en Alemania o en España.
Personas mayores vulnerables, que han visto sus derechos restringidos. Personas mayores condenadas a desconectar de sus familiares, sabiendo como sabíamos, que en muchos casos el reencuentro, por el propio deterioro cognitivo, no sería posible nunca más.
El Gobierno Escocés, ha aprobado una ley para que las personas que viven en residencias, puedan tener siempre una persona designada que les visite, incluso cuando haya restricciones debidas a una pandemia.
La ley se denomina “Anne’slaw” y como dijo Natasha Hamilton hija de Anne a la BBC: es un legado para todos los que seremos quizá en un futuro atendidos en una residencia, para los que ahora están siendo atendidos, y un recuerdo para los que murieron en soledad.
Decía, creo recordar Milan Kundera, algo así como que: la vida humana acontece sólo una vez y por eso nunca sabremos cuáles de nuestras decisiones fueron correctas y cuáles no. Sólo podemos decidir sobre algo concreto una vez y no se nos da, sobre la misma cuestión, una segunda, una tercera o una cuarta vida donde comparar nuestras decisiones. Las personas que murieron no tendrán una segunda oportunidad; pero nosotros tenemos una posibilidad y un deber: que nunca vuelva a pasar lo que a todas las “Anne”-s del mundo les sucedió.
Javier Yanguas
Director Proyectos Aubixa Fundazioa