REFLEXIONES

Envejecemos con más o menos consciencia y es bueno que hagamos un buen acompañamiento en la vejez. Ese acompañamiento será diferente, dependiendo de los casos, pero siempre deberá ir unido al respeto a la dignidad de las personas.

Hay envejecimientos que los vivimos en nuestro entorno más cercano. El acompañamiento a mi padre de 91 años es una tarea que comparto con mis hermanos pero que la asumo en un grado algo mayor que ellos. Se trata de una vejez sin enfermedad mental, sin Alzheimer, es muy diferente de llevar, más fácil y con otro ritmo en el día a día, pero también conlleva sus tareas y, en mi caso, combino cariño y atención diaria con mucha libertad hacia mi padre, preservando lo más posible su autonomía y corrigiendo pequeñas cosas cuando suceden.

La autonomía es lo que más dignifica a la persona y para ello hay que mostrar un amor, ofrecer cuidados pequeños e íntimos, hacer algunos planes juntos, poner a una criatura pequeña en sus brazos… y, por otro lado, pedirle que cumpla con la hora de comer o, que se entretenga con sus cosas, con sus tareas personales. Porque, su tiempo libre no es el mío. Es suyo.

Con los años me he dado cuenta que la dignidad te la reconocen las personas con las que te cruzas en la vida, en nuestro trato con los que tenemos a nuestro alrededor. Nos tenemos que acordar diariamente de esto para conseguir que sea lo más exquisito posible. Pero, como decía, no todos los envejecimientos son iguales y el ligado a la pérdida de la memoria, convierte a esas personas en muy vulnerables y hemos de insistir siempre en lo merecedores que son de su dignidad.

Creo que mi aportación a que la vejez sea mejor es la de implicarme en proyectos que me merezcan la pena. Por eso formo parte de la Fundación Aubixa desde sus inicios y, en mi localidad, Zarautz, a la asociación ZarautzOn donde, un grupo de personas de forma voluntaria, compartimos tareas y responsabilidades para ofrecer a la ciudadanía conferencias y talleres. El tener responsabilidades nos hace estar activos, tomar parte en la vida.

Por lo tanto, mi aportación a que la vejez sea bonita es la de implicarme en proyectos que me merezcan la pena. Con lo que recibo y aporto en estas actividades me siento viva y participe con la ciudadanía y, ¿qué es eso sino la vida?

Ana Belen Juaristi
Vicepresidenta de Aubixa Fundazioa